Llegar a Calais es fácil. Sales de la ciudad francesa des de la Gare du Nord y tardas unas dos horas. Una vez tocas la meta te das cuenta que la gente llega de distintas maneras ¿Un ejemplo? Unos chicos y chicas que se conocieron por Facebook y decidieron así compartir coche hasta Calais.
Pero no solo la llegada no se hace complicada. El recibimiento en Calais Kitchens des de un principio es espectacular ya que te ofrecen información y asesoramiento des de la primera toma de contacto ¿El motivo? ¡Siempre hace falta gente!
Las primeras impresiones han sido fuertísimas. Al llegar ves lo organizado y lo funcional que es el almacén: Estructurado, en línea y con muchos recursos (toneladas de comida, neveras industriales, contenedores, etc.) Y no olvidemos la distribución, dividida en 4 áreas: cocina, distribución de paquetes de comida, ropa y un aserradero de leña.
Cada una de estas áreas sabe perfectamente que ha de hacer. En el área de ropa l@s voluntari@s deciden que es digno de dar y que no y además lo agrupan por tallas y temporadas. Básicamente toman una sola decisión: Que és digno y respetable para los más de 9.000 refugiad@s que viven en la “jungla”. Pero no se tira nada: La ropa que no se da a los refugiados se vende en la Charity shop donde consiguen recaudar dinero para tod@s aquell@s que lo necesitan.
Pero realmente lo que impresiona más no es la organización sino el espíritu caritativo que se respira. Decenas de personas, des de los más jóvenes a los más mayores, de todas las nacionalidades que desnudan su propia identidad y apartan sus caprichos, para colaborar en una gran causa y ser un par de manos más y convertirse en indispensables al darse cuenta que nadie es imprescindible.
Hay gente haciendo pan, curry, fregando ollas gigantes, lavando kilos y kilos de patatas, pelando cebollas, doblando camisetas, cosiendo botones y todo a cambio de nada pero recibiendo al mismo tiempo un tipo de energía que no absorbes en ningún otro lado. Aquí tod@s damos, invertimos y acreditamos que cuando estamos junt@s somos más fuertes para construir el mundo en el que queremos vivir.
Este ha sido el primer día en Calais, que pese a tener que acabar exhausto, una energía invade tu cuerpo y te da las fuerzas para querer hacer más y mejor al día siguiente en esta gran fabrica de posibilidades.